Un sábado de Victoria

Las barras, serpentinas y banderas han sido y son elementos infaltables en el momento de hacer campaña. Logran hacer la bulla suficiente para atraer a los electores y llamar su atención, con algo más de suerte, se pueden ganar algunos votos. Sin embargo, esto lo saben todos los que se hallan involucrados en estas cuestiones. Si todos lo hacen entonces es obvio que solo eso no basta. Es con CREATIVIDAD se logra destacar en escenarios tan competitivos como estos. La PATRULLA JUVENIL encontró la forma. Jóvenes comprometidos, reformistas y proactivos decidieron alterar el rostro de las campañas políticas. Un sábado temprano por la mañana dejaron el sueño de lado y llegaron a La Victoria, por mencionar uno de los distritos en los cuales se trabajó, a hacer lo que saben hacer: patrullar. No son una portátil, sino jóvenes voluntarios que apuestan por la que consideran la mejor opción. Ese 19 de noviembre, notarían que no estaban equivocados. No faltó el bombo, ni las barras, ni los volantes, pero hubo novedad. El elector tuvo la oportunidad de conocer al candidato de cerca, escuchó las propuestas y así pudo emitir un voto consciente. Abriendo el paso a la caravana, que se desplazaba con Rafael Sánchez Aizcorbe, caminaban los jóvenes y hablaban con cada vecino. No se limitaban a entregar un frío volante, sino que conversaban con el elector y lo escuchaban. Se acerca el candidato, saluda al vecino y éste reconoce que es el mismo del volante. El elector pregunta y el candidato responde. Los patrulleros no se detienen, han recorrido varias cuadras victorianas, han conversado con muchas personas, han destruido la lejanía entre representantes y representados; tumbaron esa barrera. El domingo sabrían que estaban en el camino correcto. El trabajo cumplió su objetivo. Pueblo Libre, La Victoria, Jesús María, etc. La PATRULLA JUVENIL ya marcó la diferencia.