Libertad y Emancipación Política según Jacques Maritain
El tema de la libertad es de una importancia crucial para entender los conflictos sociales y políticos de la sociedad contemporánea.Todo el mundo habla con tal naturalidad de la libertad que parece lógico concluir que se trata de uno de esos conceptos en que, por fin, los seres humanos hemos llegado a un acuerdo fundamental. Lamentablemente, no es así. Existe una diferencia esencial entre el concepto de libertad dominante en la actualidad y el verdadero concepto de libertad propio del humanismo cristiano. Uno y otro traen consecuencias sociales y políticas de la mayor trascendencia, según se desprende del breve pero profundo análisis de Maritain presentado a continuación.
He aquí el planteamiento de Maritain:«Hay una falsa conquista de la libertad, ilusoria y homicida, y existe una verdadera conquista de la libertad, aquella que es para el hombre la verdad y la vida. • «La falsa manera de entender la conquista de la libertad se basa sobre una filosofía que no acepta regla ni medida objetiva de nadie más que de uno mismo. El ser humano reclama para sí una libertad divina, ya sea que el hombre, bajo las formas de la mentalidad y la cultura ateístas, tome el lugar del Dios que niega, o sea que, bajo las formas panteístas, ansíe identificarse en la naturaleza con el Dios que él imagina.• «La verdadera manera de entender la conquista de la libertad se basa en una filosofía para la cual la autonomía de una criatura inteligente no consiste en no recibir ninguna regla ni medida objetiva de ninguna otra que no sea ella misma, sino en conformarse voluntariamente a reglas y medidas objetivas porque las sabe justas y verdaderas y porque ama la verdad y la justicia.
1.- La falsa emancipación política.«El primer problema de vital importancia a que conducen las anteriores consideraciones puede ser designado como el problema de la falsa y de la verdadera emancipación política.«Dentro del orden social y político, la conquista de la libertad es, de hecho, la esperanza central que caracteriza el ideal histórico de los dos últimos siglos y, a la vez, es su impulso dinámico, su poder de verdad y su poder de ilusión. «Lo que llamo la falsa emancipación política es la filosofía y la práctica social y política fundada sobre la falsa manera de entender la conquista de la libertad, y que engendra los mitos que la devoran.«Para tratar de dar algunas precisiones lo más breves posibles, diré que la falsa emancipación política tiene por principio el concepto "antropocéntrico" que Rousseau y Kant tenían sobre la autonomía de la persona. Según ese concepto no se es libre sino obedeciendo a sí mismo, pues el hombre está constituido, por derecho natural, para ese estado de libertad. «Las consecuencias de esta divinización del individuo, dentro del orden político y social, lógicamente son:«1° Un ateísmo práctico, puesto que no hay lugar para los dioses si el individuo es un verdadero dios. Dios no es Dios sino de una manera ornamental y para uso privado.«2° La desaparición teórica y práctica de la idea del bien común. «3° La desaparición teórica y práctica de la idea de un jefe responsable y de la idea de autoridad, falsamente mirada como incompatible con la libertad. Ello es así tanto en la esfera política, donde los que ejercen la autoridad tienen el cargo de dirigir a los hombres hacia el bien común, como en la esfera del trabajo y de la economía, donde las exigencias técnicas de la producción obligan a trabajar a los hombres para el bien privado de otros hombres, al mismo tiempo que para el sostén de su propia vida. «En virtud de una dialéctica interna inevitable, la divinización social del individuo, iniciada por el liberalismo burgués, conduce a la divinización social del Estado, al mismo tiempo que el liberalismo burgués da lugar al totalitarismo revolucionario.» ('Principios de una Política Humanista' [1944]. Editorial Excelsa. Buenos Aires. 1946).
2.- La verdadera emancipación política.«Llamo verdadera emancipación política a aquella filosofía de práctica social y política fundada sobre la verdadera manera de entender la conquista de la libertad, que no conduce al mito sino a un ideal histórico concreto y a un paciente trabajo de formación y de educación de la masa humana. «La verdadera emancipación política, o sea la verdadera ciudad de los derechos humanos, tiene al contrario, por principio, un concepto conforme con la naturaleza de la autonomía de la persona.«Según este concepto, la obediencia, cuando es consentida por la justicia, no es opuesta a la libertad. Es, en cambio, un camino normal para el porvenir. El hombre debe conquistar progresivamente una libertad que, dentro del orden político y social, consiste, ante todo, y en ciertas condiciones históricas, en volverse por él todo lo independiente posible respecto de los rivales de la naturaleza material.«En la esfera política de la verdadera ciudad de los derechos humanos, los que ejercen la autoridad son designados, en el régimen democrático, por el pueblo y gobiernan al pueblo en vista de esta designación y bajo el regular "control" del pueblo y desempeñan la autoridad para el bien común del pueblo ('gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo').«Tienen realmente el derecho de mandar y mandan a personas libres, todas llamadas a participar concretamente en la vida política en la mayor medida posible, ya que no son dejadas en estado de átomos, sino agrupadas en comunidades orgánicas, a partir de la familia, natural comunidad de la base. «En la esfera del trabajo y de las relaciones económicas, la verdadera ciudad de los derechos humanos, necesita que el constante desarrollo de la justicia social compense las contrariedades impuestas al hombre por las necesidades (en sí mismas no humanas sino técnicas) del trabajo a empezar y de la producción a asegurar. «Pero tanto aquí como en la esfera política, la instauración de las nuevas estructuras políticas, por importante que sea, no basta. «El alma de la vida social está hecha de eso que superabunda en la propia vida de las personas, del don de sí mismo que comporta y de una gratuita generosidad cuya fuente está en los más íntimo del corazón. «En resumen, la buena relación y el amor de persona a persona y entre la persona y la comunidad, son los que sólo pueden dar al cuerpo de la vida social un carácter verdaderamente humano.»('Principios de una Política Humanista')
3.- Conclusión.«Una de las más importantes lecciones ofrecidas por la experiencia de la vida consiste en que, en el hecho, en la conducta práctica de la mayoría de la gente, todas aquellas cosas que en sí mismas son buenas y muy buenas - ciencia, progreso técnico, cultura, etc., e incluso el conocimiento de las leyes morales y de la fe religiosa en sí misma, fe en el Dios viviente (que por sí demanda amor y caridad) - todas esas cosas, sin amor y buena voluntad, sólo sirven para hacer a los hombres más malos y más infelices.«Cuando uno ha entendido esto, ya no pone sus esperanzas terrenales en nada menos que en la buena voluntad de que habla el Evangelio – habla de buena voluntad, no de buen deseo –; pone sus esperanzas en esas oscuras energías de pequeña bondad real que persiste en hacer germinar y regerminar la vida en las profundidades secretas de las cosas. Nada hay más desvalido, nada más escondido, nada más cercano a la debilidad de un niño. «Y no hay sabiduría más fundamental o más efectiva que aquella de la simple y tenaz confianza, no en los medios de violencia, engaño y malicia, que ciertamente son capaces de aplastar al hombre y de triunfar, como los granos de arena son capaces de estrellarse unos contra otros, sino la simple y tenaz confianza en los recursos del coraje personal para darse uno mismo y de la buena voluntad para hacer como se debe las tareas de cada día. A través de este desinteresado espíritu fluye el poder de la naturaleza y del Autor de la naturaleza.» (‘Confesión de Fe’. 1941. Sitio web Humanismo Integral. Obras Breves de Maritain. http://www.humanismointegral.com/)